Están constituidas por paramentos rígidos, generalmente de hormigón armado (bombeado o proyectado), dotados de tirantes anclados en el terreno, responsables de combatir los empujes activos (o en reposo). Estos tirantes, hechos con monobarras de acero especial o cables de acero de baja relajación, son pretensados, empujando el paramento rígido contra el terreno, garantizando la estabilidad del talud y evitando movimientos de masa indeseables.
Técnica empleada para la estabilización de laderas naturales y taludes. Su principal mecanismo estabilizador es la restricción de las deformaciones del macizo. A diferencia de los anclajes, los pernos no tienen tramo libre y se definen como elementos pasivos, ya que son solicitados solo cuando hay una tendencia de movimiento de masa, y generalmente no son pretensados. Su paramento puede estar constituido por malla metálica de alta resistencia o concreto proyectado. El suelo anclado puede, incluso, no tener ningún paramento en la cara del talud.
Responsable de dirigir el agua pluvial hacia los cursos de agua. Esta correcta dirección impide una infiltración excesiva del agua de lluvia, lo que podría perjudicar la estabilidad del macizo. Además, el correcto dimensionamiento de la red de drenaje evita que ocurran erosiones en los taludes, las cuales podrían transformarse en deslizamientos superficiales, cárcavas, etc.
Es un área que no ha sido diseñada para la ocupación humana continua, con medios limitados de entrada y salida, o bien, con una configuración que pueda causar aprisionamiento o asfixia, donde la ventilación es insuficiente (o incluso inexistente) para eliminar contaminantes peligrosos.